Conforme envejecemos, nuestros huesos, músculos y articulaciones se van deteriorando. Sobre todo si no los cuidamos con una adecuada actividad física. Dolores articulares, molestias, rigidez del movimiento y lesiones se vuelven cada vez más frecuentes. Así como enfermedades asociadas a la edad como la osteoporosis, artrosis y artritis.
Una de las “bisagras” de nuestro cuerpo son las rodillas, encargadas de sostenernos y propiciarnos una correcta movilidad, así como garantizar nuestra estabilidad. Para este rol, el buen estado del menisco es fundamental. Las lesiones de menisco son muy habituales y también dolorosas. Aunque son comunes en deportistas de alto rendimiento, la vejez es otro factor de riesgo para sufrirlas, por el desgaste de la zona que dificulta la rotación de la rodilla.
El menisco es una pieza de cartílago que se encuentra en la rodilla, con la labor de amortiguar el movimiento y la fricción entre el fémur y la tibia. En cada rodilla tenemos dos meniscos, el externo y el interno. La gravedad de la lesión determinará el tipo de tratamiento y su posterior recuperación pero, en cualquier caso, es imperativo seguir las pautas y recomendaciones del médico.
¿Cómo se cura una rotura de menisco?
El proceso para curar una lesión de menisco varía en función de su tipología y gravedad. Si se trata de un desgarro derivado de una artritis, no suele ser necesaria la cirugía.
No obstante, en el caso de roturas más graves, será precisa una intervención quirúrgica. Esta puede requerir una extirpación total del menisco y su trasplante, o bien recortarse únicamente la parte lesionada con incisiones de menor tamaño usando un artroscopio.
La recuperación tras una rotura de menisco
Después de la lesión –tanto si ha habido cirugía como si no–, habitualmente es necesario acudir a terapia de rehabilitación. La fisioterapia trabajará sobre la lesión, reduciendo la inflamación y recuperando el rango de movimiento. Además, con ayuda de determinados ejercicios, se irá adquiriendo fuerza para restaurar la zona.
La paciencia, el reposo y el descanso serán claves en el proceso. Has de seguir las pautas de los profesionales médicos que lleven tu caso y no precipitar ni forzar la recuperación.
La aplicación de hielo para desinflamar la zona y aliviar el dolor, así como poner la pierna afectada en alto, puede ayudar a menguar las molestias. También puede ser aconsejable el uso de una muleta con la que reducir el peso e impacto sobre la rodilla. Así como tomar antiinflamatorios que contribuyan a disminuir el dolor.
Fuente: La Vanguardia